martes, 6 de octubre de 2009

Día de campo


Ya he hablado de esto, la inspiración es un orgasmo divino. Uno no alcanza a comprender muy bien todo lo que confluye para que suceda, pero al instante siguiente sabes con certeza qué debes hacer. Disfrutaba tranquilamente de un pálido sol de tierra fría, ese sol que suavemente va calentado el cuerpo, y al estirar mi mano para cubrir mis ojos, simplemente supe, que debía aprovechar esa cálida luz para capturar algunas imágenes.

Así fue como sorprendí a Luna, esta noble labradora, empecinada en roer este tronco cual castor.

Y luego estas deliciosas moras me hicieron viajar a los dulces de mi infancia, cuando tomaba varias moras y con un poco de azúcar las maceraba hasta conseguir un riquísimo postre.
Los caminos de la creación son extraños pero al igual que el dulce de moras, deliciosos.

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