Camino mientras miro mis pies, con cada paso estoy más cerca de mi hogar. Una brisa suave acaricia mi cuerpo, las hojas caídas de los árboles danzan en el suelo a un ritmo lento. El sol entra en mí como una taza de chocolate caliente.
Abro la puerta, entro a mi cuarto y me pongo mi uniforme. El reloj en la pared me juzga. Es tarde, pero no unos minutos, es tarde en la vida. La comida en la mesa está llena de moscas, no me le acerco, igual no tengo hambre.
1 comentario:
Me alegra tanto poder leerte, es un bello cuento corto, lleno de sentimiento.
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